Historia

¿Aprenderías a enseñar? Esta pregunta, apoyada sobre un gran signo de interrogación, encabeza el afiche que publicita la oferta de carreras del Instituto de Formación Docente Continua (IFDC) de la puntana ciudad de Villa Mercedes.Este IFDC se creó en el año 2000, a partir de una decisión de la cartera educativa de la provincia de San Luis de cerrar los dieciocho Institutos de Formación Docente existentes para crear dos nuevos, uno en San Luis Capital y otro en Villa Mercedes. En la actualidad, son más de 800 las personas que han decidido aprender a enseñar -Artes Visuales, Letras, Teatro, Música, EGB 1 y 2, y Tecnología-, y 93 los profesores que se dedican a formarlos.

En su corta vida, el IFDC ha ganado presencia en la comunidad: «El Instituto se ha transformado en un polo cultural», señala su rector, Gustavo Vassallo, y repasa las funciones de cine y teatro que los habitantes de la región pueden disfrutar concurriendo a su amplio auditorio. El IFDC es sede, además, de importantes eventos académicos, como las Jornadas de Energías Alternativas, las Jornadas Nacionales de Formación Docente Continua, el Coloquio de Arte y el Encuentro de la Red Nacional de Profesores de Teatro.

Villa Mercedes es la segunda ciudad más importante de la provincia de San Luis y cuenta con aproximadamente 120.000 habitantes. Favorecida por la ley de promoción industrial de principios de los años 80, esta localidad dejó atrás su fisonomía agrícolo-ganadera para pasar a albergar un importante número de industrias.

Al IFDC asisten alumnos de la zona sur de la provincia. También los profesores se desplazan, dado que muchos viajan todas las semanas desde Córdoba, Mendoza, San Juan, Buenos Aires y Tucumán.

Estos «nuevos» institutos se concibieron con una modalidad diferente respecto de los «viejos»: el acceso a los cargos docentes a partir de concursos públicos y las dedicaciones full time -para que los profesores puedan ejercer las funciones de formación inicial, capacitación e investigación- se erigieron en su sello particular. «Nosotros creemos que los IFDC no tienen que tener un nivel académico inferior al de la universidad», afirma Mariana Sánchez, la directora académica.

Muchas veces elegidos como segunda opción, o luego de un pasaje fallido por la universidad, o por descarte, los institutos terciarios están instalados en el imaginario como una alternativa fácil y corta para proseguir estudios superiores: «Pero nosotros les tenemos que explicar a nuestros alumnos, desde los contactos cotidianos, que la cosa no es tan sencilla», asegura Ana Inés Ferrarese, profesora del área de Artes Visuales. «Incluso creen que van a poder hacer dos carreras a la vez, y cuando empiezan se dan cuenta de que es imposible», agrega Mariana Sánchez, quien aprovecha para comentar que el profesorado para EGB 1 y 2, incorporado a la oferta en el 2006, también dura cuatro años.

El IFDC de Villa Mercedes pretende que aquellos que han decidido aprender a enseñar egresen «bien capacitados y con profesionalismo».

«Cada institución se da su propio nivel, nadie lo fija desde afuera. Es un trabajo permanente», señala Miguel Font, profesor del área de Tecnología, y agrega: «Nuestro lema es que cuando uno estudea, la cosa cambea».

Los «nuevos» institutos

Los aspirantes al IFDC no tienen que rendir examen de ingreso, pero sí es obligatorio que cursen, a comienzos del ciclo lectivo, un taller de tres semanas de duración. Vasallo resume el espíritu original de la propuesta: «Nosotros queríamos trabajar un concepto que era la ‘franqueza institucional’; poner en evidencia las carreras que teníamos, para que no hubiera deserciones, o para que los alumnos supieran claramente a qué apuntar. Con ese taller les damos un primer empujón a los pibes y también los ponemos en situación».

Un rasgo particular del IFDC es que todos los profesores ingresan por concurso abierto y público. Y, luego de cuatro años, tienen que revalidar sus cargos: «El sistema de reválida nos ubica en un compromiso fuerte, porque hay que exponer ante un tribunal la labor que se realizó en todo el período», explica el Rector. Mariana Sánchez avanza un poco más: «Sirve para ponerse a prueba uno mismo, y a la vez como evaluación institucional».

La modalidad de gobierno también es diferente comparada con la de los «viejos» institutos: el rector, la directora académica y el director de Extensión conforman la junta directiva. Además, hay un consejo asesor -con representantes de todos los claustros- y un consejo académico, conformado por los coordinadores de cada una de las áreas. Estos dos consejos no estaban previstos cuando se abrió el IFDC, pero fueron creados en función de las necesidades de la vida institucional. Y, si bien figuran como consultivos, en los hechos cumplen funciones resolutivas: «Todas las decisiones se toman en estos dos consejos», dice Sánchez. «Porque si uno no lleva adelante la resolución del consejo, algo no está funcionando», completa Vasallo.

El consejo asesor se ocupa de las cuestiones más generales de la institución; por ejemplo, la difusión, la creación de carreras, el presupuesto. El académico se aboca a discutir sobre la capacitación, los concursos, los exámenes: «Ahora se está revisando la grilla de evaluación para los concursos porque había ciertos ítems sobreevaluados y otros que no se estaban teniendo en cuenta», explica Rosana Ugarteche, profesora de Inglés. «Y una de las modificaciones más importantes es la incorporación de una clase de oposición», agrega Gabriel Arias, coordinador del área de Teatro.

Las carreras se organizan a partir de las áreas que -en palabras de Miguel Font- «son las unidades operativas». El área de Formación General no se yuxtapone con ningún profesorado sino que los atraviesa a todos. Allí se aglutinan los espacios curriculares pedagógicos no disciplinares.

«Estar 35 horas en el IFDC nos ha dado una identidad muy particular y ha generado mucha pertenencia institucional», señala la Directora Académica. Por otra parte, «todos los profesores están obligados a capacitar a los docentes del sistema, a capacitarse ellos mismos y a investigar, además de dar sus materias. Eso cambió la impronta de estas instituciones», finaliza el Rector.

Las tres funciones

Todos los docentes del IFDC deben implementar, por lo menos, un curso de capacitación por año. Pueden dictarlos solos o en equipo. Los cursos y talleres son aprobados por la Dirección de Extensión, a cargo de Darío Javier Garciarena. La oferta es amplia y variada y, además de recrearse constantemente, está pensada para diferentes destinatarios: docentes del sistema educativo, egresados y profesores del Instituto y público en general.

Pero el plantel del IFDC, además de dictar cursos, debe tomarlos. Ana Inés Ferrarese da un ejemplo: «Yo soy profesora de Proyecto de Investigación Visual. Hay una colega que está ofreciendo un curso sobre una técnica de grabado. Yo estoy haciendo esa capacitación como alumna y, a la vez, comparto el aula con algunos alumnos míos. Es interesante que los chicos y las chicas nos vean trabajar así; es una instancia muy rica». Jorge Aguilar, profesor de Música, agrega: «Es imprescindible que los alumnos vean que los profesores y las profesoras también se involucran en las actividades que se proponen».

El cruce de disciplinas es otra marca distintiva de este IFDC. En la formación inicial hay materias optativas que hacen que los alumnos pasen, sí o sí, por las distintas carreras. «Yo muchas veces les digo a los chicos que aprendan en Teatro a manejar el cuerpo, la expresión», dice Font, del área de Tecnología.

Julieta Varela, profesora de Letras, explica: «A veces los proyectos de investigación generan problemáticas para armar cursos de capacitación. Se van retroalimentando las tres funciones, no son compartimentos estancos».

El Centro de Investigaciones

«Cuando se abrió el IFDC, la urgencia y la necesidad de armar las carreras fueron relegando la función de investigación», recuerda Mariana Sánchez. «La investigación siempre queda como la tercera, como la hija menor», observa Jorge Rodríguez, profesor de Psicología.

A medida que la actividad institucional fue estabilizándose, comenzaron a aparecer producciones investigativas aisladas; «pero se notaba cierta dispersión», recuerda Rodríguez y destaca que no había una clara política institucional de investigación. Para encauzar esta disciplina se les ocurrió armar un espacio al que llamaron «Centro de Investigaciones Educativas y Sociales» (CIES). «El Centro se fue gestando a partir de una cadena de mails y decimos que es un centro descentrado; no hay instancias jerárquicas, no hay un director o coordinador. Nos juntamos a trabajar».

En 2005, el CIES organizó su Primera Jornada de Investigación con el objetivo de socializar las experiencias y recorridos investigativos. De allí surgió una publicación, Intersecciones: «Es una mezcla de trabajos pero fue la primera posibilidad de darle cuerpo a lo que se estaba haciendo», resume Rodríguez. La jornada se repitió en el 2006, con mesas simultáneas, la figura de comentaristas y la inclusión de estudiantes como expositores.

Varios equipos han incorporado alumnos, y muchos de ellos reciben becas de inicio para sus investigaciones: «No se les da dinero en efectivo, sino cincuenta pesos por mes en material bibliográfico o viáticos», aclara Sánchez.

Los integrantes del CIES quieren crear un foro regional de investigaciones y una revista. «Tiene que ver con dar visibilidad al trabajo, generar contactos», dice el profesor de Psicología. Para ello diseñaron una página en internet.


Los futuros profesores

Una característica de las carreras del IFDC de Villa Mercedes es la importancia otorgada a los trayectos de prácticas y el fuerte vínculo con el sistema educativo. Desde primero a cuarto año los alumnos concurren a escuelas, realizan observaciones, diagnósticos institucionales, elaboran proyectos y, finalmente, dictan clases.

Por otra parte, este año se ha implementado un proyecto piloto de acompañamiento pedagógico a docentes noveles, propuesto por el Ministerio de Educación y en convenio con el Ministerio de Educación de Francia. Las profesoras que trabajan en este proyecto son: Raquel Giménez, Susana Salinas, Marisol Iturralde y Gladis Morales.

Los profesores novatos que aceptaron voluntariamente ser parte de esta propuesta son alrededor de diez y asisten a reuniones, talleres y seminarios: «Todos estos elementos conforman un mix tendiente al desarrollo profesional y a la inserción menos traumática de un docente en su primer puesto de trabajo», explica Iturralde. «Los directivos de las escuelas valoran muchísimo a los docentes noveles -completa-, porque llegan con energía y con afán de cambiar las cosas. Sin embargo, desde el punto de vista de la gestión, no se los cuida, porque no hay nada que intencionalmente esté propuesto para acogerlos y facilitarles la integración a una institución educativa que es cada vez más compleja».

En efecto, los estudiantes del IFDC egresan con gran entusiasmo: «Estoy con muchas ganas de ejercer la docencia, me encanta, y mi expectativa es conseguir trabajo y dar clases, que es para lo que me estoy preparando», comenta Marisa, que está cursando el último año de la carrera de Letras. Fany, su compañera de 23 años, agrega: «A mí me gustaría dar clases, tengo pasión por ir a una escuela y demostrar todo lo que aprendí. Además, quiero hacer la licenciatura».

Gracias a un convenio con la Universidad de Río Cuarto, los egresados del IFDC interesados en realizar la licenciatura en Letras pueden cumplimentarla cursando un año y medio más. «Yo me voy a dedicar a leer y a dar clases, y luchar…. Noto que en las escuelas, como en todas las instituciones argentinas, está todo dado vuelta», afirma Sergio a punto de egresar como profesor en Letras.

Estos jóvenes son integrantes de una comisión Pre- Centro de Estudiantes. Cuenta Andrea, que además es representante del claustro alumnos en el consejo asesor: «Estamos en un intermedio, de la nada a algo, empezando a movilizar un poco de ideas». «Tratamos de que los estudiantes se interesen, pero tenemos que tirar de un carro demasiado pesado», dice Marisa. «Es un problema de los institutos», agrega Fany. «Yo creo que es un problema del país. Es muy poca la gente que se solidariza», sentencia Sergio, y continúa: «Hace años que la organización está en germen, pero nunca se pudo consolidar un grupo que tome decisiones».

Los estudiantes quieren que el Centro de Estudiantes no sirva solo para solucionar problemas puntuales sino para generar propuestas. Imaginan que sería interesante armar una revista: «La gente de Teatro, de Artes Visuales, presenta sus creaciones; pero los de Letras, no», advierte Marisa. El año entrante, gracias a las gestiones del Pre-Centro, se va a dictar un curso sobre la enseñanza de Gramática en la escuela media.

Luego de poner en la balanza los logros, las dificultades y las tareas pendientes, Sergio elige despedirse con optimismo: «Mirando los cuatro años anteriores, hemos conseguido cosas, pero hay que seguir».

Instituto de Formación Docente de Villa Mercedes
Aprender a enseñar en San Luis

Creado en el año 2000, el Instituto de Formación Docente Continua de Villa Mercedes, provincia de San Luis, se ha convertido en un importante centro cultural y académico. Cargos concursados, dedicaciones full time para los profesores y el impulso a la capacitación y a la investigación, distinguen a este instituto, que no tiene nada que envidiarles a las universidades.